Honestidad en liderazgo

06.03.2022

Hay palabras que nos abren multitud de imágenes en nuestra mente, vivencias que nos recuerdan situaciones en las que hemos recibido confianza, seguridad, gratitud, protección o confidencialidad.

Ser honesto implica un sinfín de valores que identifican a las personas lideres, principalmente en una sociedad en la que estamos acostumbrados a actitudes que se alejan demasiado de la integridad del honor. Estamos rodeados de personas capaces de mentir por evitar represalias, personas a las que no les importan pisotear al hermano por una mínima recompensa, incluso que son capaces de denigrar y calumniar al prójimo por sobresalir. Estamos más acostumbrados a la indecencia de la mentira por una recompensa inmediata que a conseguir el bienestar de la honestidad como meta de vida.

Un líder que se perpetua en el tiempo debería tener altas dosis de honestidad, debería cumplir con la necesidad de alabar lo que está bien hecho, debería ser adicto a la sinceridad comprendida como herramienta de acercamiento y como espejo del arrepentimiento ante un error cometido, porque todos cometemos errores.

La honestidad en el trabajo implica pensar que todos estamos en un nivel homogéneo dentro de la heterogeneidad del propio individuo, significa comprender que todos tenemos un valor que debe aprovecharse en el conjunto del equipo, sin sobresalir, sin beneficiarse, sin pisotear, sin mentir.

Estamos muy acostumbrados a promesas vacías que no llegan nunca a buen puerto y que imprimen desconfianza. Estamos acostumbrándonos a no recibir elogios cuando se hacen las cosas bien y nos estamos acostumbrando a las reprimendas continuas que explotan tu hacer diario. Lidiamos con la superficialidad, sin profundizar en las consecuencias de nuestros actos y de nuestras palabras, sin darle el sitio que le corresponde a aquel que lucha constantemente por construir.

Deberíamos pensar dos veces antes de exigir, de prometer, de hablar en vano. Quizás practicar más a menudo lo de ponerse en el lugar del que te ayuda a conseguir un buen resultado en el trabajo, en la familia, en la amistad.

Alabar esa dosis de honestidad al que lidera cualquier proyecto en la vida nos educa nuestro pensamiento y nos hace libres de elegir.

Pero no solo hay que exigir integridad en el que lidera, también tenemos que ser honestos con nosotros mismos y evitar promover aquellas conductas indecentes que, al fin y al cabo, se benefician de la benevolencia de la costumbre. No nos acostumbremos a conductas engañosas. El honor te dará aquellas oportunidades que esperas y te hará líder.


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